A petición del Canciller de la Divisa, hemos iniciado en esta Asesoría Histórica, varios trabajos relacionados con nuestra historia, para conocimiento de los diviseros y de cuantos se acerquen a nuestra página web para conocernos mejor.
No es nuestra intención realizar exhaustivos análisis históricos ni aportar documentos farragosos que pudieran confundir la realidad de nuestra Divisa. Todos conocemos la dificultad de encontrar documentación escrita del siglo xii, muchas veces apoyada en crónicas que se aproximan más a leyendas, no siempre con el necesario rigor histórico. Es por ello, que, de manera instructiva, vamos a desgranar la historia de ciertos personajes históricos (y de hechos y lugares) que, directa o indirectamente, han tenido relación con nuestra institución. Y nada mejor que empezar con una breve sinopsis del hijo de nuestro fundador.
Francisco-Javier López Nogués, Asesor Histórico de la Divisa.
García Ramírez «Rey de Pamplona (1134-1150)»,
por D. Francisco-Javier López Nogués.
La Piscina Probática,
por D. José Fernando y D. Alejandro Carvajal y Sáenz de Heredia.
Algunas notas sobre la Divisa, Solar y Casa Real de la Piscina,
por D. Alejandro Riestra Martínez.
Juan Ramírez de Velasco, fundador de La Rioja argentina,
por D. Óscar Cornejo Torino, del Capítulo Argentino de la Divisa.
El rastro histórico: Origen del apellido riojano Puelles,
por D. Antonio de Lorenzo.
Constanza o Blanca, la Reina Sapa, un personaje olvidado,
por D. Antonio de Lorenzo.
Ancestros de la Divisa Real de la Piscina enterrados en el claustro del monasterio emilianense de Yuso,
por D. Antonio de Lorenzo.
La piscina probática, cuadro de Giovanni Paolo Panini (ca. 1724),
aportado por D. Francisco-Javier López Nogués.
Hoy hablamos del nuevo hotel de Briones,
por D. Francisco-Javier López Nogués.
Interesante descubrimiento arqueológico en la Piscina de Siloé de Jerusalén y su vinculación con el templo riojano de Santa María de la Piscina,
por D. Antonio de Lorenzo.
Hijo del Infante Ramiro Sánchez y de Cristina Elvira Rodríguez, fundadores de la Divisa, Solar y Casa Real de Santa María de la Piscina en la Sonsierra riojana, e hija de Rodrigo Díaz de Vivar, «el Cid Campeador».
Era, por tanto, por vía paterna, descendiente de la dinastía najerino-pamplonesa, por ser hijo del infante Ramiro Sánchez, que a su vez era hijo de Constanza de Normandía y del infante Sancho, hijo ilegítimo de García Sánchez III «el de Nájera» y hermano natural del rey Sancho IV Garcés «el de Peñalén». El rey García Ramírez contrajo matrimonio en primeras nupcias con Margarita de l'Aigle Rotrou; ella era sobrina carnal del conde Rotrou de Perche, del cual recibió Tudela por señorío, y su madre, Juliana de Perche, era prima hermana del rey Alfonso el Batallador. Los hijos de este matrimonio fueron Margarita, casada con el rey Guillermo I de Sicilia; Blanca, esposa del que sería posteriormente Sancho III de Castilla, la cual no llegó a ser reina ya que murió al dar a luz al futuro rey Alfonso VIII de Castilla; y por último, Sancho VI «el Sabio», rey de Navarra (1150-1194).
En 1144 García Ramírez se casa en segundas nupcias con Urraca, hija extramatrimonial del rey Alfonso VII de Castilla. Este matrimonio afianzó su acercamiento a Castilla y fruto de este segundo enlace nació Sancha, esposa del vizconde Gastón V del Béarne. Como podrán ver, se emparentan unos con otros (reinos), lo que resulta transcendental para la genealogía posterior. A la llegada del rey García Ramírez al trono, el reino de Pamplona estaba constituido por una serie de tierras de diversa personalidad. El núcleo central de sus dominios estaba formado por Pamplona, Álava, Vizcaya y Guipúzcoa. Asimismo aparece citado en la documentación como rey de otros territorios, por ejemplo, Valdosella (1141), Sos (1143), Estella (1143), etc. Bajo su reinado no contó con el dominio de La Rioja, pues estas tierras, que anteriormente estuvieron en manos de reyes pamploneses y najerinos, quedaron en manos de la familia Haro, cabeza de puente del expansionismo castellano. Además de ser rey de Pamplona, García Ramírez poseyó importantes dominios señoriales; el señorío de Tudela, que procedía de la dote de su primera mujer, le correspondió también el Señorío de Logroño y ostentó el título de «señor de Monzón».
Teniendo en cuenta que el rey de Aragón y Pamplona, Alfonso I «el Batallador», falleció el 7 de septiembre de 1134 sin dejar descendencia directa, los sucesores legítimos al trono más cercanos eran García Ramírez y un hermano del fallecido Alfonso, Ramiro «el Monje», si bien, el rey, en su testamento, instituyó herederos de todo su patrimonio, a partes iguales, a las órdenes militares del Sepulcro del Señor en Jerusalén, del Hospital de los Pobres de Jerusalén y del Templo de Salomón, sin indicar otros herederos al trono. Sus disposiciones testamentarias no serían aceptadas por los nobles; mientras que la nobleza aragonesa reconoció como rey a Ramiro II de Aragón, García Ramírez se proclamó rey de los pamploneses con el apoyo del obispo de Pamplona García de Larrosa y de los principales señores pamploneses, entre los cuales se encontraba el conde Ladrón, señor de Guipúzcoa, Álava y Vizcaya. El reino de Pamplona se encontraba en medio de dos reinos que frenaban su expansión, y García Ramírez se vio obligado a permanecer a la defensiva, haciendo uso de una intensa actividad diplomática que alternó con fases de actividad bélica. En un primer momento las relaciones entre el rey de Pamplona y el rey de Aragón, Ramiro II el Monje, también denominado el Rey Campana, fueron tirantes, hasta que, entre diciembre del año 1134 y enero de 1135, llegaron a un acuerdo a través del cual, García sería reconocido como rey de Pamplona, aunque bajo el vasallaje de Ramiro II y como fronteras acordaron señalar los mismos límites que estableció Sancho «el Mayor».
Asimismo, acordaron otorgar a Ramiro II, dado su cercano parentesco con el rey anterior, el título de «padre de García», estableciéndose entre ambos monarcas una relación de carácter pseudo-paternofilial. La iglesia por su parte, pareció admitir la restauración del reino, pero no reconoció inmediatamente a sus gobernantes como reyes; denominó «duques» a los reyes pamploneses hasta el año 1196.
García Ramírez IV en el Compendio de crónicas de reyes, 1312-1325 (Biblioteca Nacional de España).
Bien, pues unos meses más tarde, en mayo del año 1135, en Nájera, García se alejará del rey aragonés para aliarse con Alfonso VII de Castilla; en julio de este año García firmaba ya como rey de Pamplona, Álava, Vizcaya y Tudela, a la vez que guardaba vasallaje al rey castellano como emperador. Alfonso VII reconocía formalmente como rey a García, ampliando así su red de vínculos vasalláticos, y éste renunciaba a ampliar sus dominios en La Rioja, en el reino de Zaragoza y en tierras de Soria. García se sumó a la corte del emperador castellano y juntos avanzaron sobre la ciudad de Zaragoza. En septiembre de este mismo año, Alfonso VII entregó a García, en encomienda, el señorío de Zaragoza.
La alianza entre García Ramírez y el rey castellano se rompió en el verano de 1136, cuando Alfonso VII se acercó a Ramiro II el Monje, recuperó el señorío de Zaragoza y atacó las fronteras navarras junto con las tropas aragonesas. Como vemos, algo muy habitual en la época. Hoy contigo y mañana sin ti, a tenor de los intereses particulares de cada reino. La lucha se inició por el dominio de los señoríos occidentales —Álava, Vizcaya y Guipúzcoa— del reino pamplonés, dependientes del conde Ladrón Íñiguez, denominado también Ladrón de Guevara por ser señor de Guevara, en Álava. En septiembre de este año el conde Ladrón rendía vasallaje al rey castellano, del que posteriormente recibió el gobierno de Viguera, en La Rioja. En 1139 los navarros tomaron y ocuparon Sos, Filera, Petilla y Gallipienzo. Al mismo tiempo, García entregó a la catedral de Santa María de Pamplona la jurisdicción de las iglesias navarras que hasta entonces eran dependientes de sedes aragonesas.
El 22 de febrero de 1140, aragoneses y castellanos acordaron en Carrión el reparto de los territorios de Navarra. Pese a este acuerdo, parece ser que Alfonso VII y García Ramírez mantuvieron negociaciones y el mismo año prometieron casar a sus hijos, Blanca de Navarra, hija del monarca pamplonés, y Sancho de Castilla, futuro rey Sancho III «el Deseado». Unos años más tarde, Alfonso VII recuperaría en La Rioja para su hijo Sancho, las antiguas posesiones del reino de Nájera.
Su constitución tenía como único objetivo la consolidación de la conquista de estas tierras, antes vinculadas al reino de Nájera.
Dibujo de una moneda de García Ramírez IV «el restaurador», en Poey d'Avant, Faustin: Monnaies féodales de France, vol. 2, París, 1860, plancha LVIII, n.º 18.
La guerra con Ramón Berenguer IV siguió su curso adoptando la forma de desgaste fronterizo. Finalmente, la paz entre el rey de Pamplona y el de Aragón vino auspiciada por el rey castellano. Alfonso VII pretendía acercar las posturas de ambos monarcas para poder dirigirse contra el Islam. En noviembre del año 1146, se produjo la entrevista de Alfonso VII con García Ramírez en Tudején (Fitero), entrevista propiciada por el castellano bajo el pretexto de ver a su hija Urraca, casada dos años antes con el monarca pamplonés. Un mes más tarde se reunió García con el rey aragonés en San Esteban de Gormaz. En este lugar firmaron la paz, si bien, quedaron asuntos pendientes entre ambos. Una vez «reconciliadas» las tres monarquías, Ramón Berenguer y García Ramírez acudieron con sus tropas para tomar parte en la reconquista de Andalucía, en auxilio de Alfonso VII. Concretamente en la campaña de Almería, que era además una plaza ocupada por piratas. En agosto del año 1147 los pamploneses y castellanos tomaron Baeza y el 17 de octubre del mismo año Almería. Mientras que los castellanos y pamploneses atacaron la plaza por tierra, catalanes, genoveses y pisanos lo hicieron por mar.
En junio del año 1150 García volvió a Andalucía, acompañando al emperador en una de sus expediciones. El 21 de noviembre de ese mismo año murió en Lorca, merindad de Estella, y fue enterrado en la catedral de Pamplona. Estos fueron sus descendientes:
Sancho VI, «El Sabio», rey de Navarra a la muerte de su padre en 1150, casado con Sancha de Castilla;
Blanca de Navarra, se casó el 30 de enero de 1151 en Calahorra con Sancho III de Castilla «El Deseado»;
Margarita de Navarra, casada en 1150 con Guillermo I el Malo, rey de Sicilia, que llegó a ser regente del reino de Sicilia (1166-1171) a la muerte de su marido.
Después de enviudar, contrajo matrimonio el 24 de junio de 1144, en León, con Urraca, teniendo como descendencia a:
Sancha de Navarra, casada con Gastón V, vizconde de Bearne, fallecido en 1170. Después volvió a casar con el conde Pedro Manrique de Lara, II señor de Molina y Mesa, XIII vizconde de Narbona y mayordomo mayor del rey Fernando II de León.
De una amante desconocida, el rey García Ramírez tuvo un hijo natural:
Rodrigo Garcés, fallecido después de enero de 1172, conde de Montescaglioso, casado en 1167 con una hija ilegítima del rey Rogelio II de Sicilia.
Estatua de García Ramírez IV en Pamplona, originalmente ordenada por fray Martín Sarmiento para decorar el tejado del Palacio Real de Madrid.
Presentamos un interesante documento sobre la Probática Piscina de Jerusalén, lugar simbólico y esencial en la historia de la Divisa. El documento nace del interés y buen hacer de los hermanos José Fernando y Alejandro Carvajal y Sáenz de Heredia —hijos de D.ª Graciella Sáenz de Heredia, destacados componentes de la Diputación de la Divisa—, que ellos dedican a todos los caballeros diviseros y hermanos de la Divisa, Solar y Casa Real de la Piscina.
El magnífico resultado final de este trabajo contiene abundantes datos en forma de imágenes de gran calidad y numerosos textos explicativos que ponen toda la información en su contexto histórico de una forma amena y rigurosa. Se puede descargar desde el siguiente enlace: La Piscina Probática.
Esperamos con interés colaboraciones de esta naturaleza entre los cofrades y diviseros.
A finales de 2010, en el blog de Doce Linajes, mi padre publicó una entrada sobre esta singular institución riojana por la que empezó a interesarse en el año 2005, debido a los nexos que unen a esta institución nobiliaria con mi familia a través de las raíces del padre de mi bisabuela, el doctor don Fulgencio Cabezas Monge, y su relación con uno de los alfoces de San Vicente de la Sonsierra, más concretamente con el de San Martín de los Monges.
Sus moradores, casi todos dependientes o relacionados con el monasterio que allí existía, se han ido diseminando por toda la geografía española, y aunque Lebrija normalizase la gramática en 1492, continuaron manteniendo, de una manera u otra, el “error ortográfico” primitivo que identifica a los pertenecientes a dicho linaje, haciendo posible (quizá por pura casualidad) su inequívoca identificación. Muchos de ellos continúan viviendo en la Sonsierra integrándose como diviseros en esta ancestral y peculiar Corporación.
Podríamos remontarnos a 1074 y a la diáspora que siguió al asesinato, en Peñalén, del por aquel entonces rey de Navarra, don Sancho Garcés, cuando sus hermanos don Ramón y doña Ermesinda conspiraron para usurparle el trono.
Su sobrino el infante don Ramiro, esposo de doña Cristina, una de las hijas del Cid, siguiendo los pasos de Godofredo de Bouillón se embarcó hacia Jerusalén, participando en la batalla por los muros de dicha ciudad durante la primera cruzada en 1099. Las huestes capitaneadas por don Ramiro tomaron el sector donde estaba situada la Piscina Probática, cuyas milagrosas aguas, decían, curaban a los enfermos.
Don Ramiro, a su muerte, lega a su hijo mayor, don García Ramírez, el Reino de Navarra, y a su segundo hijo, don Sancho, los territorios de Peñacerrada, en la Sonsierra navarra, desde Vidaurreta hasta San Vicente de la Sonsierra, con la condición de edificar una iglesia en recuerdo de su entrada en Jerusalén, la cual debería estar consagrada al culto de Santa María de la Piscina.
Fachada meridional de la Basílica de Santa María de la Piscina.
La misma se construiría, en 1136, en las proximidades de un paraje conocido como “Peciña”, a un kilómetro de Ábalos y a tres de San Vicente de la Sonsierra, con unas proporciones que reproducían las de la Piscina de Bethesda, para alojar en ella, entre otras reliquias traídas de Tierra Santa, los restos de la Vera Cruz y la imagen de la Virgen, a la que habrían de festejar cada 15 de agosto.
Con el objeto de contribuir al mantenimiento de la Basílica, la custodia de esas reliquias y la conservación de la memoria de su herencia dinástica, el infante don Ramiro fundó al mismo tiempo, y para su descendencia, la Divisa, Solar y Casa Real de la Piscina. De ella sería primer Patrono su hijo don Sancho, quedando vinculadas proindiviso todas las tierras próximas a ella.
Se sabe que el 1 de agosto del año siguiente fue consagrada por el obispo de Calahorra, don Sancho de Funes, construyéndose adosada a la misma una Casa-Solar para la administración de la Divisa, de la cual, desgraciadamente, no se conservan restos.
Don Sancho Ramírez prolongó su apellido, dando lugar al de Ramírez de la Piscina. De sus tres hijos, don Ramiro heredó el Señorío o Condado de Peñacerrada; don Sancho, obtuvo el Señorío de Arellano, originando a los Ramírez de Arellano; y don Martín heredó el Señorío del Campo de Puelles, raíz de los Ramírez de Puelles. Todos sus descendientes, además de los de la Casa Real de Navarra dieron origen al tronco genealógico de la Divisa de la Piscina.
La línea sucesoria de los patronos se mantuvo ininterrumpidamente desde don Sancho Ramírez de la Piscina hasta don Juan Ramírez de Montoria, al que le privó de sus posesiones el rey de Navarra, don Carlos II el Malo, aliado del rey don Pedro I de Castilla. En 1534 don Diego Ramírez de Ábalos recuperó el patronato por sentencia de la Chancillería de Valladolid, redactando nuevos estatutos en 1537. Después se sucederán en el cargo distintos miembros del linaje de Arellano, los Condes de Aguilar y de Ynestrilla, los Condes de Murillo y finalmente, de nuevo, los Ramírez de la Piscina de la Casa de Ábalos.
En el año 1974 se procedió a la restauración de la Basílica-Casa Solar constituyéndose a fines del mismo año una Junta de Restauración que, integrada por descendientes de los antiguos diviseros, logró del Obispo de Calahorra la erección canónica de la Divisa Solar y Real casa de la Piscina como Muy Ilustre y Antiquísima Cofradía de Nuestra Señora de la Probática Piscina de Jerusalén.
Los estatutos fueron aprobados el 11 de febrero de 1975 y la primera Asamblea General tuvo lugar el día 8 de junio del mismo año, erigiéndose una Diputación de la Divisa encabezada como patrono por el Marqués de Legarda y como alcalde mayor al Duque de Veragua, al que sucedió tras su fallecimiento en 1986 el Marqués de Vargas.
Para pertenecer a esta institución se necesita ser mayor de diecisiete años, católico, acreditar buena conducta y probar descendencia del infante don Ramiro. Como último requisito se pide probar hidalguía de sangre por el linaje paterno.
Su escudo va terciado en palo, primero de oro, con tres bandas de gules; segundo de azur, con cinco flores de lis en oro; tercero de oro, un pino de sinople, con la capa disminuida, y un león de púrpura empinado al tronco. Todo ello aumentado con las cadenas de Navarra en oro. Incluidos en los espacios de la cadena, que van en plata, lleva en el jefe y la punta dos cruces de san Juan y una venera; a izquierda y a derecha lleva una flor de lis, dos cruces de San Andrés y otra flor de lis. Como timbre lleva una corona real antigua de oro surmontada por una jarra o terraza de plata y cinco azucenas en su color. Leyenda: Ave Maria Piscinae.
Como distintivo para sus miembros llevan una medalla que pende de un cordón trenzado con tres de los esmaltes de las antiguas armas de la Piscina, oro, plata y púrpura, en honor de la Santísima Trinidad. En una cara de la medalla figura la imagen de Nuestra Señora de la Probática Piscina de Jerusalén y en la otra las armas de la Divisa.
Mantienen una página web en: https://divisarealdelapiscina.org/
Caballeros del siglo xxi: vindicación jurídica y sentimental de las corporaciones nobiliarias españolas. García-Mercadal y Fuertes de Gilbert.
https://divisarealdelapiscina.org/
Divisa, Solar y Real Casa de la Piscina. Riestra en el blog de los Doce Linajes.
Publicado en el blog «La Mesa de los Notables» el día 25 de abril de 2021.
Juan Ramírez de Velasco vio la luz del mundo en el lugar de Estollo, valle de San Millán de la Cogolla —hoy provincia de La Rioja, partido judicial de Nájera, diócesis de Calahorra—. Fueron sus padres D. Juan Ramírez de la Piscina Ábalos y D.ª María de Velasco de la Calle; sus abuelos paternos D. Pedro Ramírez de la Piscina y D.ª María Ábalos y los maternos, D. Pedro de Velasco Manrique y D.ª Ana María de la Calle Rojas. «Nació en Castilla, provincia de La Rioja —escribe en su Historia el Padre Lozano— de nobilísima y antiquísima prosapia, como que según se ve, ejecutoriado por diversas sentencias de la Real Chancillería de Valladolid, descendía de los Reyes de Navarra». En carta al Virrey del Perú, Conde del Villar, fechada el 6-IV-1587, Ramírez de Velasco, al referirse a cierta proyectada expedición al quimérico andurrial de los Césares, expresa: «Me hallo con entera salud y en hedad de quarenta y ocho años, y los treynta y dos gastados en la milicia». Vale decir que nació en 1539, y que empezó a servir al Rey desde sus 17 años, aproximadamente.
Italia resultó escenario de sus primeras experiencias bélicas. Allí participó en los combates que culminaron con la rendición de Siena a las fuerzas españolas (17-IV-1555), cuya población habíase amotinado contra el Capitán General de la región toscana, Diego Hurtado de Mendoza y Pacheco. Luego sirvió Ramírez de Velasco en Milán, cuando ese ducado era provincia de España y, más tarde, fue a luchar a Flandes. Doce años empleó en aquellas campañas, para cooperar posteriormente en la sofocación del alzamiento de los moriscos de Granada (1566-70). Por esa época contrajo matrimonio en Sevilla con la andaluza Catalina de Ugarte y Velasco —hija del Licenciado Pedro Santiago de Ugarte y de Ana de Velasco y Valderrama; n.p. de Francisco Santiago de Ugarte y de Catalina de Ugarte; n.m. de Diego de Valderrama y de María de Arce y Velasco; todos estos antecesores nativos de Utrera—. Doña Catalina —antes de zarpar para América con su esposo— hizo información de legitimidad y nobleza desde el 21 de enero hasta el 4 de febrero de 1584, ante el Alcalde del Crimen de la Real Audiencia sevillana, Diego López de Zúñiga, rubricada por el Notario Francisco García. Los testigos declararon en esos autos —consigna Lafuente Machain— que la abuela materna de la interesada «era señora conocida», y que el Rey le había agraciado con un hábito de Santiago, debido a lo cual se la llamaba «la Comendadora», siendo en aquel tiempo solo dicha señora y la Duquesa de Medina Sidonia las únicas mujeres que ostentaban el referido privilegio. De esta unión nacerían cinco hijos que son: 1) D. Juan Ramírez de Velasco Ugarte, casado con D.ª Ana Gutiérrez Tineo y Peñaloza; 2) D. Pedro Ramírez de Velasco Ugarte, casado con D.ª María de Villagra Olmos de Aguilera; 3) D.ª Ana María Ramírez de Velasco Ugarte, casada dos veces, la primera con D. Íñigo de Velasco (sobrino de D. Juan) y la segunda con D. Alonso Felipe de Herrera Guzmán Castro Polanco; 4) D.ª Isabel Ramírez de Velasco Ugarte; y 5) D.ª Lorenza de Ugarte y Velasco, casada con D. Diego Méndez de Carvajal Torreblanca. De ellos siguió una gran descendencia que llega hasta nuestros días y que está desparramada por numerosas partes de Argentina y otros países. Así pues, Juan Ramírez de Velasco fundó su hogar en la ciudad que orilla al Guadalquivir, punto de partida entonces hacia las remotas posesiones ultramarinas hispanas; desde cuyo embarcadero nuestro hombre cruzaría el mar en seis oportunidades de ida y vuelta a Indias, como Alférez y Capitán de la Real Armada, a bordo de navíos cañoneros que escoltaban los convoyes de galeones cargados de oro y plata del Perú y México.
Más adelante, en la guerra contra Portugal (1580-83), Ramírez de Velasco vuelve a pelear en tierra firme; y a las órdenes del Duque de Alba asiste a las batallas de Setúbal, Cascáes, Alcántara y Oporto, que jalonaron la conquista de ese reino para la Corona de España. Terminada la incursión militar lusitana, D. Juan fue nombrado Gobernador y Capitán General del Tucumán por cinco años. El título pertinente, suscripto en Madrid el 20-III-1584 por Felipe II, llevaba la refrendata de Antonio Eraso, Secretario de Su Majestad. Otro decreto anexo encargaba al nuevo funcionario tomar residencia a su antecesor, Hernando de Lerma, y que hiciese pesquisa secreta de los excesos imputados a éste, en calidad de Juez privativo de esas causas hasta sustanciarlas.
El 30 de noviembre siguiente, el Gobernador se hizo a la vela rumbo a su destino americano desde la barra de San Lúcar de Barrameda. «Me embarque con mi muger e hijos, cassa e familia, e vine a dichas provincias» —consignó posteriormente el protagonista—. En el viaje «gaste» 14.000 ducados, «e me fue forzoso vender mi patrimonio e docte de mi muger».
Hacia las Islas Canarias internóse la flotilla en el Atlántico, pero la nave en que venía el nuevo mandatario tucumano, sacudida por continuos temporales, se separó del convoy desviando su trayectoria. Más adelante, el velero topa a barlovento con un navío inglés. Ramírez de Velasco, entonces, debido a su pericia guerrera y naval, asume la capitanía de la embarcación y enfrenta al corsario atacante. «Nos fue forzoso pelear tres días, porque no nos rindiese y llevase, y mediante yo benir en ella, y de experiencia por aver fecho seis biajes a las Yndias por Alférez Real y Capitán de vuestras armadas» —le informaría con posterioridad el bravo comandante a su Monarca—. Trabado el combate fue adquiriendo por momentos desesperada furia hasta que huyeron los piratas ingleses, «después de haberles muerto mucha gente y maltratádoles la artillería y arcabuzería con mucho riesgo de mi persona, por estar siempre llevando la delantera, sin que se me pusiese delante el amor a mi muger e hijos que benían en la dicha nao arriesgando la vida»; y agregaba el informante no haber rendido al enemigo por encontrarse su barco solitario y fuera de ruta, «y benir el dicho ynglés tan artillado y boiante».
Seguidamente, tras recorrer un año «tres mill leguas en dos mares, de norte y sur, y las setecientas leguas por tierra que ay de distancia desde los reinos de Castilla hasta las provincias del Tucumán», arribó Ramírez de Velasco a Charcas el 30-XI-1585. En dicha ciudad mediterránea hallábase preso el relevado Lerma, de cuya persona dispuso el recién venido para conducirla a Santiago del Estero, donde habría de iniciarle el juicio de residencia.
Tres meses se demoró en Charcas nuestro hombre, al cabo de los cuales dirigióse a Potosí, al frente de 40 soldados y 32 «personas de mi casa», amén de 150 indios amigos, entre flecheros y conductores de la impedimenta.
En la villa del metalífero cerro «estube combalesciendo de cierta enfermedad» —apunta el expedicionario—. Allá unos mensajeros le avisan que la ciudad de Salta corría gran riesgo cercada por calchaquíes, humahuacas, casabindos y cochinocas, aunados todos para arrasarla. Esa precaria base civilizada «estava falta de munición y de pólvora, plomo y otras cossas». Por tanto, «a la ligera», Ramírez de Velasco despacha para allá al Capitán Diego García Zambrano con 24 o 30 combatientes, armas, caballos y pertrechos; y Zambrano en 8 días está en Salta con lo que evita que «los indios desbarataran la dicha ciudad y mataran toda la gente que avía en ella» (16 hombres o 30 según otros testimonios) que se disponían a abandonarla y retirarse a Talavera.
Juan Ramírez de Velasco.
Instalado en el territorio de su Gobernación, Ramírez de Velasco inició el juicio de residencia a su antecesor, Hernando de Lerma, y a sus oficiales. Su territorio contaba en aquel momento con cinco ciudades de europeos, Santiago del Estero, Córdoba, San Miguel de Tucumán, Nuestra Señora de Talavera y San Felipe de Lerma (Salta). Allí se preocupó por casar a los españoles con doncellas hijas de los Conquistadores, para que formaran sus propias familias. Cuenta que «Cassé en el tiempo de mi gobierno, que fueron ocho años, más de veinte donzellas guérfanas, hijas de conquistadores y les di a algunas de ellas de mi hacienda».
Desde el comienzo de la Conquista el espacio de la Gobernación estaba amenazado por las tribus indígenas, que fueron relativamente sometidas por el Gobernador y muchos de sus pueblos repartidos entre los Encomenderos. Para que no hubiera más alzamientos, relata D. Juan de Abreu, «llevó consigo el dicho Governador al Cacique principal de dicho pueblo Calchaquí y le tiene consigo en la ciudad de Santiago del Estero, y le cristianó, siendo el dicho Governador y su mujer D.ª Catalina de Ugarte, compadres». El curaca tomó el nombre de Juan y era hijo del famoso Juan Calchaqui, llamado Silpitocle.
En 1590 organizó la expedición a los valles de «Sanagasta y Yacampis», tierras jamás holladas por cristianos. Púsose el Gobernador al frente de «60 hombres españoles y muchos naturales amigos y más de 500 caballos y 22 carretas cargadas de mantenimientos y municiones» (84 caballos y 8 carros «a mi costa», precisa el Caudillo), y de un arreo de «más de 4.000 cabezas de carneros, cabras, ovejas y bueyes»; con cuyos elementos, «a fuerza de brazos, talando montes y abriendo caminos», el Jefe sujetó primero a servidumbre a más de 20.000 indios circunvecinos, para rematar la hazaña en dicho valle, «con acuerdo e parecer de los Capitanes e soldados», fundando la ciudad de «Todos los Santos de la Nueva Rioja», el 20-V-1591, como lejano homenaje a su Rioja natal. Se hallaban ese día en torno del Fundador, el Maestre de Campo Blas Ponce, el hijo de aquel Juan Ramírez de Velasco, que iba como Alférez Mayor de la tropa y —entre otros Capitanes Juan Ramírez de Montalvo, sobrino del Gobernador, Gonzalo Duarte de Meneses y Alonso de Tula Cervín—. De ello dio fé el Escribano Luis de Hoyos en el acta correspondiente; y de que el Caudillo de dicha hueste «alçó el rollo e árbol de justicia, e nombró alcaldes e corregidores, cavildo e justicia e rregimiento, e señaló e dió solares e quadras a los pobladores, e mandó hacer un fuerte alto, con sus cubos en dos esquinas». Así, dentro de ese ámbito solitario, quedaron instalados 50 vecinos encomenderos a las órdenes de Blas Ponce, a quien se le confió el sostenimiento de la población, con rango de Teniente de Gobernador.
Otra población se aprestaba a establecer Ramírez de Velasco, por intermedio del Capitán Gaspar de Medina; «Nueva Sevilla», a 50 leguas de Córdoba, en el Río Quinto, con miras a ir descubriendo el camino para llegar hasta el estrecho de Magallanes, y conquistar la ciudad de los Césares y tomar contacto con los cristianos que se suponía sobrevivientes, en las misteriosas regiones del sur, de la armada del Obispo de Plasencia. Estos preparativos ocupaban al Gobernador, cuando recibió aviso de su reemplazo; «y ansí se dexó de conseguir esta jornada tan ymportante».
Ocho años había durado el fructífero gobierno de Ramírez de Velasco. Durante ese lapso —además de las ciudades que fundó, o mandó fundar, de las campañas emprendidas a fin de poner a los indios en paz y de las disposiciones progresistas de bien común y de moralidad pública que tomó— se instalaron en el Tucumán esos extraordinarios evangelizadores que fueron los jesuitas; así como llegó de Lima, a pie, al territorio de su mando, San Francisco Solano, apóstol franciscano, dechado de bondad, visitador de enfermos, consolador de afligidos y catequizador de infieles con sus milagros y su violín maravilloso. Dijo verdad el Cabildo santiagueño en 1586, cuando le pidió al Rey no remover al Gobernador y concederle el disfrute de las encomiendas de Soconcho y Manogasta, pues Ramírez de Velasco «está governando con vida onesta, vedando lo contrario, y usando de yntérprete de ygualdad va desarraigando los viçyos y ordenando buenas costumbre en bien propio y utilidad de los vezinos y moradores».
En mayo de 1593 nuestro Gobernador entregó el mando a su sucesor Fernando de Zárate. Y catorce meses más tarde (23-IX-1594) nuestro personaje presentaba a la Audiencia de Charcas una solicitud a fin de que se diera curso a la Información sobre sus servicios, en méritos de los cuales pedía «se me haga merced, por todos los días de mi vida e de mis subcesores, del Adelantamiento de Tucumán e Nueva Rioja, que yo descubrí, poblé y conquisté e pacifiqué, con diez mill ducados de rrenta». Comparecieron como testigos de esa probanza: Baltasar de los Reyes, Diego Camacho, Luis de Hoyos, Alvaro de Abreu de Figueroa, Gabriel Panyagua de Loaisa, Cristóbal Barba de Alvarado, Félix López, Juan de Alvarado y Velasco, Antonio Fernández de Velasco, Juan Hermoso Granero y Pedro Cores de Ulloa.
En 1596 recibió el nombramiento de Gobernador interino del Río de la Plata. Dispuesto a ejercer sus funciones, emprendió viaje a estas tierras litorales. Nombró a Hernando de Mendoza Teniente General de Buenos Aires, y a Iñigo Ramírez de Velasco —su sobrino y yerno— Teniente General de la provincia. Con posterioridad suscribió el nombramiento de Lugarteniente y Capitán a Guerra de la Asunción, a favor de Hernandarias de Saavedra.
El estreno del mandatario en el gobierno rioplatense no fue feliz. El 30-I-1600 Hernandarias le escribiría al Rey: «Entró aquí Juan Ramírez de Velasco mi antecesor, y aunque con buen zelo con poca experiencia, y ansí le mataron a su yerno don Iñigo de Velasco y al General Sandoval con otros Capitanes y soldados, y se puso en armas toda la tierra».
El ínclito varón, tras enfermarse, sucumbió cierto día de 1597 en la ciudad de Santa Fe, adonde llegara de paso hacia Buenos Aires; frisaba en los 58 años de edad. Según carta suya dirigida al Rey en 1594, declaraba, entonces tener «tres hijas y un hijo en el Tucumán» —puesto que el primogénito Juan «el Mozo» ya había muerto—.
Dice de él Roberto Levillier «Velasco fue un idealista práctico, y tiene para nosotros la sugestiva importancia de haber sido el primer español en concebir la Argentina tal cual es hoy. Limitábase su jurisdicción a las provincias del norte; envió sus soldados hasta el Chaco-Gualamba; proyectó llevarlos en persecución de los Césares, hasta el estrecho de Magallanes, pidió al Rey la incorporación de San Juan y Mendoza, Buenos Aires, Gaboto o Santa Fe a su feudo… ¡toda la Argentina desde el desierto indígena hasta la Patagonia, desde la cordillera hasta el litoral, en un solo bloque, bajo un solo mando en 1586! Su actuación en la tierra fue considerable, pues se inició por unos meses ante la Audiencia de Charcas, como Gobernador del Tucumán, a fines de 1585 y terminó en 1597 en Santa Fe, siéndolo entonces del Río de la Plata. Consolidó en toda forma la sociedad confiada a sus cuidados, lo que no significa un afianzamiento absoluto de los principios de civilización existentes en el siglo xvi, sino la adquisición alcanzada en cierta medida, de normas éticas, sentido de cooperación colectiva y elementos de progreso material superiores a los que la nerviosidad conquistadora y el egoísmo de sus individuos sobresalientes hubiesen tolerado hasta entonces. Sus esfuerzos fueron loables, y aun cuando no permita la realidad histórica admitir plenitud en los resultados, dieron color de perfectibilidad comunicativa a los actos oficiales y crearon niveles de vida que, dentro de su modesta altura, no fueron relajados por los gobernadores siguientes»2.
(1) El presente texto es un resumen de un trabajo de Carlos Ibarguren, «A lo largo y más allá de la Historia Argentina», Genealogía Familiar, y de otro de Jorge Zenarruza sobre D. Juan Ramírez de Velasco. Regresar al texto.
(2) Roberto Levillier. Nueva Crónica de la Conquista del Tucumán, Tomo III, páginas 169-170. Regresar al texto.
El linaje de Puelles o Puellas, procede de la Divisa, Solar y Casa Real de Piscina de la Sonsierra riojana. El primer Puelles, hijo de Sancho Ramírez y nieto del Infante D. Ramiro Sánchez, esposo de Elvira, la hija del Cid, se llamaba Martín Sánchez Ramírez de la Piscina y heredó el Campo de Puelles, cambiando su nombre por el de Martín de Puelles. Sus descendientes se desplegaron por toda la Península: reconquistaron Baeza, Canarias, Asturias, Galicia y en América, Perú.
Lema de los Puelles: «es tierno cual oveja, pero se vuelve fiero si se le hiere o veja». Armas del apellido Puelles: un león rampante de gules en campo de plata; aumento de orla con 8 aspas doradas.
Este personaje histórico de los Puelles fue un conquistador y aventurero español que, junto a Sebastián de Benalcázar, tuvo una destacada actuación en épocas de la conquista del Reino de Quito.
A principios de 1534 desembarcó en las playas de la Bahía de Caráquez integrando la expedición que Pedro de Alvarado preparó para ir en busca de las riquezas del Reino de Quito, y después de varios meses de travesía llegó a las orillas de la laguna de Colta, donde ya Benalcázar había iniciado la conquista y fundado la ciudad de Santiago de Quito. Se quedó entonces junto a Benalcázar con quien luchó hasta vencer la resistencia de los pueblos quiteños y, tras una incansable persecución, pudo capturar a los caciques Zopozopangui, Quingalumba, Razo-Razo y Nina, a quienes antes de ejecutar atormentó para arrancar los secretos relacionados con los tesoros y riquezas de Quito.
El 6 de diciembre de 1534 estuvo presente en el asentamiento definitivo de la ciudad de San Francisco de Quito y asumió el cargo de Regidor de acuerdo con un nombramiento dado por Diego de Almagro. Poco tiempo después fundó Perucho y Puéllaro, y más tarde recibió el encargo de fundar Puerto Viejo. Pero al llegar al sitio donde se debía llevar a cabo dicha fundación se encontró con que ésta ya había sido realizada por el capitán Francisco Pacheco. En septiembre de 1540 fue designado teniente de gobernador del de Quito y capitán general, y cuatro años más tarde colaboró con Gonzalo Pizarro en su levantamiento contra la autoridad del rey de España, ocupando el cargo de gobernador interino de Quito en 1544.
Pedro de Puelles.
Finalmente, el 18 de enero de 1546 luchó contra los ejércitos del virrey Blasco Núñez de Vela en la Batalla de Iñaquito, después de lo cual fue nombrado gobernador de Quito. Fue un hombre valiente, pero de pocos escrúpulos, y no dudó en llegar al crimen o a la tortura para lograr sus objetivos. Fue tal vez por eso que el 29 de mayo de 1547 murió asesinado por una turba de facinerosos capitaneados por Rodrigo de Salazar, apodado «El Corcovado», quien al parecer cumplía órdenes del Pacificador Pedro de la Gasca. Consumado el crimen, Salazar cortó la cabeza de su víctima para exponerla en una jaula de hierro, en la plaza Mayor.
Fue su predecesor: Cristóbal Vaca de Castro (1542 – 1544). Gobernó Quito de 1544 a 1547. Le sucedió Rodrigo de Salazar, de 1547 a 1556.
Actualmente existe una asociación familiar que sigue el rastro, desde Huanaco (Perú), de los descendientes de este personaje histórico. Y en la catedral de Santo Domingo de la Calzada y en la iglesia de Ábalos hay sendas capillas de los Puelles.
Hoy vamos a referirnos a un personaje casi olvidado por la Historia, que fue esposa de D. Sancho el de Rueda y que aparece protocolizado por D. Diego Ramírez de la Piscina ante el notario D. Fernando Escudero en 1554, con ambos nombres, en el monasterio de Santa María la Real de Nájera:
A.- Tabla de Aniversarios: “Así mesmo está enterrada en esta capilla la muy noble reina Dª Blanca, primera de este nombre, hija del Conde D. Ricardo de Normandía, mujer que fue del rey D. Sancho, hijo segundo del rey D. García. Ésta fue madre del rey D. Ramiro, yerno del Cid, e los infantes D. Ramón y D. Sancho”.
Panteón Real del monasterio de Santa María la Real de Nájera.
Pero Esteban de Garibay, en actitud un tanto kantiana, dice en su Compendio Historial de España, refiriéndose al Ldo. D. Diego Ramírez de la Piscina, que sólo existió su imaginación. El P. Moret opinaba lo mismo.
B.- Catálogos de los sepulcros de los reyes: “El del sexto lugar es el de la reina Dª Blanca de Normandía, reina de Navarra”. Aunque sería más propio haberse referido al Reino de Nájera Pamplona.
El abad mitrado de Nájera, P. Pablo Martínez, prelado número XI que incluye Fray Juan de Salazar en el capítulo IV de Naxara Ilustrada, también nos dice que en el Claustro de los Caballeros hay dos reinas, y la segunda es la Reina Sapa, esposa del Rey D. Sancho, venida de Francia. El escudo sembrado por tres sapos era escudo de los normandos, más tarde cambiados por tres flores de lis, símbolo de la monarquía francesa.
Además, D. Jaime de Salazar y Acha, en una de sus comunicaciones a la Sociedad de Estudios Medievales de Jaca, recuerda que la Crónica Najerense narra el rapto de una hija de la Reina Estefanía, prometida a Sancho el Fuerte de Castilla. Fue raptada por otro Sancho, hijo bastardo del Rey García el de Nájera, casado con D.ª Estefanía, y la lleva a la Corte del rey moro de Zaragoza, y más tarde a la de su tío D. Ramiro, Rey de Aragón, que lo quería como a un hijo, y ello fue causa de guerra entre Fernando I de Castilla y Ramiro de Aragón, y en ella halló muerte D. Ramiro, en Graus.
Según la Historia, D. Ramiro, en 1063, ataca la plaza musulmana de Graus perteneciente a Al-Muqtádir de Zaragoza, feudatario del rey castellano. Por esto y por lo que relata la Crónica Najerense, y por ambas razones, Fernando I envía un ejército castellano en ayuda de Al-Muqtádir, mandado por su primogénito Sancho, soltero y prometido de la raptada. Un moro se introduce en el campamento de D. Ramiro y lo asesina.
La leyenda o historicidad del rapto tiene personajes reales y carece de un relato épico; para unos es leyenda y para otros puede ser posible su historicidad.
La mujer de Sancho el de Rueda se llama Constanza o Blanca y según el investigador Salazar Acha, por el estudio de la onomástica para el análisis de las dinastías medievales, pudo ser hija de la Reina Estefanía en su primer matrimonio de Godofredo de Normandía o de Tosny y relacionado con el proceso en cuestión, ya que el Rey Sancho el de Peñalén, el 29 de febrero de 1074, dona una casa en Calahorra a ambos cónyuges en los siguientes términos: “Vobis germano meo donno Santio et uxori vestra vel germana mea donna Constanza”.
D.ª Estefanía se casa con D. García el de Nájera en 1038. Así relata la crónica del soberano najerino: “quando pervexi ad Barcelona pro coniugen mean donna Estefanía”. Este dato y el tener un hijo, llamado Raimundo, nos confirman que D.ª Estefanía era hija del Conde de Barcelona Berenguer Ramón I y de Sancha de Castilla.
Por un lado, el Infante Sancho el de Rueda era hijo bastardo de una concubina del Rey García el de Nájera; el Rey D. Sancho el de Peñalén era hijo legítimo del mismo Rey najerino y de la Reina D.ª Estefanía, casados en Barcelona en 1038; D.ª Estefanía había tenido una hija, llamada Constanza o Blanca, con Godofredo de Normandía.
La controversia aún perdura sin hallarse resuelta completamente. Pero es históricamente cierto que el Infante o Rey D. Sancho el de Rueda contrajo matrimonio con D.ª Constanza o Blanca de Normandía, conocida como la Reina Sapa, cuyo hijo D. Ramiro Sánchez, Infante o Rey, como figura en su enterramiento en el monasterio burgalés de San Pedro de Cardeña, contrajo matrimonio con Cristina o Elvira Rodríguez, la hija del glorioso Cid Campeador. Hijo de este matrimonio sería D. García el Restaurador, ya como Rey de Navarra.
Reseñamos en otra ocasión los personajes vinculados con la Divisa Real de la Piscina que reposan en el claustro de Yuso. Hoy ampliamos detalles de aquellos enterramientos, con las referencias literales que figuran en la documentación monacal emilianense, como una contribución más al interés de algunos estudiosos que, en su momento, nos solicitaron que ampliáramos la información facilitada en su día. Y eso es lo que hacemos hoy.
Monasterio emilianense de Yuso.
Impresiona la hermosa portada plateresca, labrada en torno a la puerta que da a la iglesia, de estilo gótico con influencias renacentistas, que tiene grabada la fecha de su terminación: año 1554.
A tres pasos a la izquierda de esta portada hay un sepulcro dentro de un nicho grande rematado en arco. Más adelante hay otro sepulcro de la misma forma y estilo. Encima de ambos arcos pendían sendas tablas clavadas en la pared encima de cada sepulcro con una inscripción. Dichas tablas desaparecieron, pero las conservó el P. Sandoval para citarlas en la primera parte de las Fundaciones del glorioso monasterio de San Benito (Madrid, 1601, f. 89). Y la biblioteca y archivo de los PP. Agustinos Recoletos conserva documentación relativa a estos enterramientos. Recordamos que hace unos años la Divisa Real celebró allí un acto religioso y cultural, en el que el P. Juan-Bautista Olarte nos relató detalles de una cata realizada en la parte interior de estas sepulturas.
Monasterio emilianense de Yuso.
Reproducimos aquí su contenido. En el primer sepulcro hay un escudo de armas con dos lobos, y encima de cada uno, un cordero con la cabeza vuelta hacia atrás, al que agarran con la boca. La tabla de este sepulcro decía:
Memoria de los muy notables señores que están sepultados en este sepulcro. Primeramente, está aquí sepultado don Lope Díaz de Haro y su padre el Conde don Lope López, señor de Vizcaya. También está aquí el Conde don Sáenz García de Avalos, señor de Vizcaya. Y de la ciudad de Frías, y de la Bureba. Éste dexó la villa de Quintanilla de san García a las Huelgas de Burgos. También está aquí el Conde don Nuño López de Avalos y su mujer, que fue de los Moncada de Catalunia. Éste dio el lugar de Camprovín a este monasterio. También está aquí el muy gran señor don Simón de Avalos de cuya cepa descendió don Ruí López de Avalos, Condestable de Castilla, y descendieron sus antepasados los Marqueses del Vasto y Pescara de Italia, y de aquí viene don Luis Méndez de Haro, y su tío el Marqués de Carpio. También están aquí los Fortuñones, señores del lugar de San Felices de Dávalos.
En el segundo sepulcro hay tres escudos, y en uno de ellos, dos lobos. A los lados de los escudos hay cuatro figuras que asen o agarran las orlas de dichos escudos. En la inscripción se lee:
Memoria de los muy notables señores que están enterrados en este sepulcro: Primeramente yace en esta tumba el Conde don Lope López de Avalos, señor de Vizcaya, Conde de Alava, señor del lugar de Avalos, fundadores de la casa de Ayala, y de nuestra Señora de Respaldiza, donde están sepultados, la cual tierra y señorío de Vizcaya le dio el Rey don Alonso de Castilla que ganó a Toledo. Por cuanto era primo hermano del padre de este Infante, que se dixo don Sancho Ramírez, Rey de Aragón y de Navarra, que fundó Estella. También está aquí sepultado el Conde don Diego López de Avalos, Conde de Alaba, señor de Vizcaya, y del castillo de Buradón, primer Conde de Haro, que se lo dio con este título el Rey García Ramírez, nieto del Cid, hermano que fue de la Reyna doña Gaufreda, que está en la capilla de la Cruz de Santa María la Real de Nájera, También yacen aquí los Avalos de Leyva.
Este pintor, Giovanni Paolo Panini, se formó como escenógrafo en su ciudad natal, Piacenza. Continuó su aprendizaje en Roma, donde está documentado en 1711, centrándose, en esa etapa, en las figuras que perfeccionó con el pintor de historia Benedetto Luti. Los inicios de este artista marcaron profundamente la temática que trató a lo largo de su carrera y que trasladó tanto a la pintura al fresco, donde tuvo sus primeros encargos, como un poco más tarde a la de caballete. Entre los motivos que Panini trató, se encuentran las vistas de Roma, los caprichos y las grandes recepciones, así como una serie de pinturas conmemorativas que recogen importantes eventos vividos en la ciudad. En ese contexto de grandes perspectivas y escenografías, hay que insertar sus episodios religiosos.
Esta tela, donde se representa un episodio del Nuevo Testamento, forma parte de la Colección Thyssen-Bornemisza desde 1976 junto con otra que forma pareja con ella, La expulsión de los mercaderes del templo. Las referencias que se conocen sobre su procedencia son bastante recientes, pues se remontan al siglo pasado, cuando ambos óleos figuraron en una colección privada establecida en Milán. Los lienzos formaron parte de la selección que decoró la residencia de los barones Thyssen-Bornemisza en Gran Bretaña.
El óleo está firmado por el pintor en Roma, y la fecha de datación es en 1724 que se acepta como el año en el que pinto el cuadro sobre La piscina probática.
La piscina probática, de Giovanni Paolo Panini (ca. 1724). Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid.
El pasaje religioso tuvo fortuna dentro del repertorio del artista, que le repitió en varios momentos de su carrera, consiguiendo versiones de gran belleza. En las figuras y en algunos detalles se ha visto la huella de Benedetto Luti.
En el cuadro de La piscina probática, Panini despliega en torno al milagro de Jesús, recogido en el evangelio de san Juan, una escenografía más ambiciosa, donde el estanque, centro de la tela, queda enmarcado en tres de sus lados por altos pórticos corintios para abrirse en el cuarto a una gran escalinata. Cristo, como en el lienzo con el que hace pareja, viste los mismos colores y destaca tanto por la intensidad de sus vestiduras como por la posición que ocupa entre los enfermos y acompañantes que acuden al recinto.
Recopilado y adaptado por Francisco-Javier López Nogués, Asesor Histórico de la Divisa.
(Texto original de Mar Borobia Guerrero, Jefa del Área de Conservación de Pintura Antigua del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid).
Ficha del cuadro:
La piscina probática
Hacia 1724
Óleo sobre lienzo. 73,3 x 98,5 cm
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid
N.º INV. 312 (1976.12)
Sala 22
Hace unos días, leía un artículo firmado por Carolina Rodríguez, sobre un nuevo hotel en Briones: Santa María de Briones, el lujo de un hotel ‘boutique’ escondido en una villa medieval de La Rioja, que es también villa divisera. Por lo que se desprende del artículo expuesto por Carolina Rodríguez, acaba de abrir sus puertas y ya es ya considerado uno de los hoteles exclusivos de La Rioja. En la localidad medieval el hotel ‘boutique’ Santa María de Briones logra la cuadratura del círculo: el lujo más sofisticado en una casona del siglo xvi.
Sin duda alguna, será un buen destino para una escapada en Semana Santa o en cualquier fin de semana. Este plan lo tiene todo: un paseo por la villa medieval junto al cerro que baña el Ebro, catalogado entre los pueblos más bonitos de España, y una estancia en un hotel boutique que abrió sus puertas el pasado 1 de marzo y que es perfecto para quienes buscan desconectar sin renunciar al lujo.
Conformado dentro de una casa solariega, con más de cuatrocientos años de historia, ha sido objeto de una remodelación en la que los arquitectos han conseguido mimetizar el edificio con su entorno y, en particular, con la muralla que lo arropa. En sus 16 habitaciones (una de ellas de dos plantas) las vistas a los viñedos combinan con la sobriedad de su decoración en perfecta sintonía con los elementos naturales del edificio, como los muros tradicionales o la piedra natural, muy característica en región, pues las pequeñas cuevas excavadas en los sótanos de las casas han servido durante siglos como bodegas.
De hecho, el hotel dispone de un Calado original del siglo xvi que ahora sirve de espacio para disfrutar de un buen vino. En su restaurante, dirigido por el chef riojano Juan Cuesta, la experiencia gastronómica apuesta por combinar tradición y creatividad en los fogones.
Miembro de la Asociación de pueblos más bonitos de España, Briones posee una historia que se remonta a la edad de piedra y en la que destaca su influencia medieval. Además de la obligada visita a algunas de las bodegas cercanas, como Dinastía Vivanco o Miguel Merino, también merece la pena explorar la ermita del Santo Cristo de los Remedios, la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, de estilo gótico isabelino, o el Palacio del Marqués de San Nicolás, de estilo barroco y construido en el siglo xviii, que alberga la famosa Casa Encantada de Briones, un lugar donde reencontrarse con el pasado a través de la exposición de objetos de la vida cotidiana de otras épocas históricas.
Hay que recordar que el nombre proviene de los berones, antiguos pobladores de La Rioja, pero, según se deduce de un yacimiento lítico de la Edad de Bronce encontrado en el camino de la ermita de los Santos Mártires, Briones tuvo pobladores aún más antiguos.
La Crónica Albeldense hace referencia expresa a que Alfonso I de Asturias taló los términos de Briones y otras seis poblaciones. Además se menciona la famosa expedición que llevó a cabo Alfonso I, rey de Asturias, por la ribera del Ebro en el año 740. En dicho relato se refieren las localidades destruidas: Mirandam (actual Miranda de Ebro), Revendecam, Carbonariam, Ab eicam (Ábalos, desde donde cruzó el Ebro), Brunes (podría ser Briones pero no es del todo seguro), Cinissariam (actual Cenicero) y Alesanco.
Estuvo bajo dominio sarraceno hasta finales del siglo ix. Fue dominio navarro del Rey Ordoño II de León, desde principios del siglo x. Con el asesinato de Sancho el de Peñalén, el 4 de junio de 1076, Alfonso VI de Castilla y León se apoderó de La Rioja y Briones pasó a ser Señorío de los Haro.
Fernando III el Santo nombró a Don Diego López III de Haro, sobrino del monarca, primer Señor de Briones, permaneciendo desde entonces el Señorío en el ámbito del Reino de Castilla, aunque a menudo envuelto en numerosos episodios bélicos con sus vecinos del Reino de Navarra. En 1240 Don Diego López se rebeló contra Fernando III y se refugió en Briones. El rey cercó la villa y lo hizo prisionero. A partir de entonces la villa fue realenga.
El 18 de enero de 1256, Alfonso X el Sabio le concedió el fuero de Vitoria, para garantizar la repoblación castellana ante las pretensiones Navarras. En 1293 Sancho IV le dio privilegio real. En 1379 se firmó el Tratado de Briones, acuerdo entre el Reino de Navarra y la Corona de Castilla. Hasta el siglo xviii, Ollauri, Rodezno y Gimileo eran aldeas de Briones. En la época de vasconización de la Rioja había en Briones treinta apellidos vascos en 1536. En 1790 Briones fue uno de los municipios fundadores de la Real Sociedad Económica de La Rioja, la cual era una de las sociedades de amigos del país fundadas en el siglo xviii conforme a los ideales de la ilustración.
El municipio, que tiene una superficie de 37,72 km², cuenta, según el padrón municipal para 2017 del INE, con 784 habitantes y una densidad de 20,78 hab./km².
Briones tiene incoado expediente como Bien de Interés Cultural en la categoría de Conjunto Histórico desde el 4 de julio de 1973.
Quizás lo más interesante sea la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, que fue construida en el siglo xvi, de fábrica de sillería y concebida en planta de salón, según el estilo gótico isabelino. Tiene tres naves a misma altura, siendo la central poco más ancha que las laterales. Realizada en cinco tramos, se complementa con una cabecera ochavada de tres paños, coro alto con órgano barroco, capillas laterales y sacristía. La bóveda es de crucerías estrelladas de distinto trazado, con combados curvos y restos sobre arcos apuntalados, pilares cilíndricos fasciculados en base octogonal con capiteles con anillos decorados con motivos vegetales. La torre barroca, perteneciente al llamado «estilo riojano», fue construida por Martín de Beratúa y Martín de Arbe; declarada bien de interés cultural en la categoría de monumento el 4 de septiembre de 1981 y monumento histórico-artístico por orden del Consejo de Ministros del 29 de diciembre de 1982.
También es de destacar la Ermita de San Juan o del Cristo de los Remedios que fue construida en el siglo xviii, un edificio de sillería de arenisca ejemplo de la cantería riojana de esa época. La construcción fue realizada por Juan bautista Arbaizar y se trata de un templo con planta octogonal y de líneas curvas envolventes. Se levantó sobre otro templo anterior dedicado a la misma devoción.
La portada está coronada por una espadaña con campana bajo la cual, en una hornacina, se sitúa la imagen de San Juan Bautista. La hornacina está enmarcada por sendas columnas con aletones de moldura mixtelinea. La puerta de acceso se abre delimitada por contrafuertes cilíndricos, bajo un dintel decorado con molduras mixtelineas entre cortinas.
En la cabecera hay tres retablos rococós del siglo xviii con imaginería compuesta por las cuatro virtudes: San Francisco de Sales, San Juan de Nepomuceno, Virgen del Carmen, la Dolorosa, San Juan Evangelista, San Juan Bautista, San José, Santa Rita y el Cristo de los Remedios, el cual comparte esta ubicación con la que tiene en la iglesia parroquial. Toda la imaginería es barroca.
En los laterales hay dos pequeños retablos neoclásicos con imágenes de Santo Domingo de la Calzada y de la Inmaculada. Hay expuestos ornamentos y elementos de la liturgia procedentes de la parroquia, así como una colección de reliquias y relicarios.
Otros edificios interesantes serian el Palacio de Marqués de San Nicolás, un edificio del siglo xviii. Actualmente es el Ayuntamiento de la villa. La ermita de los Santos Mártires, y las ermitas de Santa Lucía, de San Andrés, de San Bartolomé, del Calvario, de la Concepción, La casa de los Gadea y el palacio de los Quincoces.
Como Museos hay que destacar el Museo Vivanco de la Cultura del Vino y el Museo Eetnográfico, conocido también como la Casa Encantada.
Un reciente episodio del podcast V9 de Manuel Morera arroja luz sobre un hallazgo arqueológico excepcional: el descubrimiento y excavación de la Piscina de Siloé en Jerusalén, un lugar clave tanto en la historia como en la religión. Este espacio, mencionado en el Evangelio de San Juan (Jn 9:1-11) como el lugar donde Jesús sanó a un ciego de nacimiento, ha sido revelado como una construcción monumental de la época del Segundo Templo, mostrando una relación intrínseca entre arquitectura, espiritualidad y funciones cotidianas en la Jerusalén antigua.
El descubrimiento ofrece una oportunidad única para reflexionar sobre cómo este tipo de enclaves inspiraron a los cruzados durante la Primera Cruzada (1096-1099). En este contexto, la relación entre la Piscina de Siloé y el templo románico de Santa María de la Piscina en La Rioja adquiere un nuevo nivel de relevancia histórica y simbólica.
La iglesia de Santa María de la Piscina, ubicada en la localidad riojana de San Vicente de la Sonsierra, se erige como un testimonio arquitectónico de la influencia de Tierra Santa en los reinos cristianos peninsulares. Fue financiada por el infante Don Ramiro, hijo y padre de reyes, quien participó activamente en la Primera Cruzada y estuvo presente en la toma de Jerusalén y después como custodio del Santo Sepulcro. En su testamento, Don Ramiro hace referencia expresa a su devoción por este lugar y encarga a su pariente, el abad Virila del monasterio de San Pedro de Cardeña, la construcción de este templo singular. Además, ordena la creación de la Divisa y Casa Real de la Piscina, cuyo escudo fue posteriormente incorporado a la fachada sur del templo siglos más tarde.
Las similitudes entre la iglesia románica levantada por los cruzados sobre la Piscina de Siloé y Santa María de la Piscina son asombrosas y merecen ser exploradas. Ambas construcciones comparten diversas peculiaridades:
Planta de diseño sencillo pero solemne: en ambos casos, se evidencia un uso funcional del espacio que también apunta a la elevación espiritual.
Decoración simbólica: los motivos escultóricos de Santa María de la Piscina remiten a iconografía cristiana ligada a Jerusalén y la tradición cruzada. Sin olvidar las pinturas, hoy perdidas, que decoraron el templo riojano y que todavía pueden recuperarse de fotografías realizadas en el siglo xix.
Relación con el agua: la Piscina de Siloé y Santa María de la Piscina comparten el simbolismo del agua como elemento purificador y sanador, reflejado en su arquitectura y función religiosa. El templo riojano es único en el mundo por su advocación mariana.
El paralelismo entre estos dos enclaves no es casualidad. La influencia que Tierra Santa ejercía sobre los cruzados y su voluntad de replicar elementos simbólicos en sus territorios de origen es evidente en el caso de Santa María de la Piscina. Este templo, construido con piedra sillar perfectamente labrada y mantenido en excelente estado hasta la actualidad, es una joya románica que conjuga tradición espiritual e influencia arquitectónica de Oriente.
Además, la Real Divisa y Casa de la Piscina, ha puesto de manifiesto el papel crucial que esta orden ha desempeñado a lo largo de los siglos en la preservación de este legado. La web oficial de la Divisa (divisarealdelapiscina.org) conserva información detallada sobre su historia y misiones actuales.
El reciente hallazgo de la Piscina de Siloé no solo enriquece nuestro conocimiento sobre Jerusalén y su historia, sino que también ofrece una nueva perspectiva para valorar el legado de Santa María de la Piscina en La Rioja. Las similitudes arquitectónicas y simbólicas entre ambos lugares sorprenden y refuerzan la conexión espiritual y cultural que unió a los cruzados con Tierra Santa. Este artículo busca no solo destacar este paralelismo, sino también invitar a estudiosos y curiosos a profundizar en una historia que sigue revelándonos nuevos secretos.
Publicado en el periódico La Rioja en la edición en línea el día 10 de febrero de 2025, en la edición en papel el día 11 de febrero de 2025.